Sí, la misma con la que visitamos Aramburu Bis y con la que, mientras
comíamos, ya estábamos pensando en el listado para su próxima visita!
Puntualísimas como nos gusta ser, llegamos en dulce triplete, ya que la Ceci, santiagueña como ella, se sumó a la salida. Como siempre, teníamos un solo objetivo en mente: disfrutar de una buena comida entre charla y charla y la elección no nos defraudó.
Esta esquina tiene pasado gastronómico. Primero fue el
entrañable BN con Ramón Diaz a la cabeza (sí Ramón Diaz, que nada tiene que ver, solo el nombre, con aquel de River), después Santé y por último Martín Rebaudino (ex Oviedo) que recaló
con esta nueva propuesta de cocina de autor.
Esquina despojada, fuera de cualquier circuito gastronómico
que se jacte de tal, casi minimalista con un halo de elegancia que la envuelve.
El lugar es sobrio, cálido, íntimo. Pocas mesas. Luz tenue.
Ventanales a la calle.
Música suave. Vajilla cuidada, sobria, blanca. Cubiertos de
metal plateado. Cristalería de la buena como no podía ser de otra forma.
Todo en su justa medida: nada sobra. Tampoco nada falta.
Servicio correctísimo desde el momento mismo de la reserva. Me encantó ese "ladies" constante y sonante de la camarera que nos atendió durante toda la noche.
Se nota que hay mano experta en todo esto, no solo en la cocina sino también en
el salón. Lo delatan detalles poco comunes de encontrar, y que marcan la
diferencia.
La presentación de los platos merece mención aparte. Llama la atención el
cuidado y la dedicación con la que se han pensado y preparado. Buena
combinación de sabores y despliegue de colores. Casi una obra de arte!
Riquísimos los pancitos, tibios, crocantes por fuera y
esponjosos por dentro. Más ricos aún con la manteca bien salada que lo
acompañaba.
Largamos con el amuse bouche invitación de la casa. Dos a falta de uno! Qué
buen comienzo!
Gazpacho de tomate por un lado y Hummus con mousse de
remolacha por el otro.
Al momento del principal ya poco espacio quedaba disponible
en nuestros estómagos después de tanta combinación de sabores. La elección fue
una, también para compartir desde el centro de la mesa. Tipo fuente en casa de la abuela vio: Cabrito lechal de Quilino en cocción lenta con lojas crocantes de papa y espuma de queso de cabra:
Si poco espacio
había para el principal imagínense para el postre.
¿Cenar sin postre? ¿Donde se ha visto eso?!
Tuvimos que hacer lugar.
Esperar un rato. Seguir charlando. Nos entretuvimos mirando los postres que llegaban a las mesas contiguas: este sí, este no.
Aprovechamos para saludar al chef y dueño de casa. Compartir con él opiniones, halagarlo por su trabajo como no podía ser de otra forma, en fin…
Aprovechamos para saludar al chef y dueño de casa. Compartir con él opiniones, halagarlo por su trabajo como no podía ser de otra forma, en fin…
Entre esto y aquello logramos el cometido e hicimos lugar para una Sopa
de chocolate y café con tuile de avellanas:
Como no podía ser de otra forma la cena estuvo acompañada por un buen vino: Festivo Malbec 2013 de Bodega Monteviejo.
Pero la cosa no terminó ahí si eso pensaban. No.No.No! A los pocos minutos el café hizo acto de presencia. Nespresso. Rico. Espumoso. Perfecto. Acompañado de también riquísimos petit fours que, jugadas como estábamos a esas horas de la noche y de la cena, no dejamos de probar.
Juntamos valor.
Pagamos lo que había que pagar.
Nos despedimos del dueño de casa.
Saludamos a alguna que
otra mesa en la que había algún que otro conocido. Gente del barrio. Como nosotras obviamente.
Y
volvimos caminando. Tranquilas. Despacio. Felices. Como siempre digo que disfruto de una buena comida en buena compañía: con la panza llena y el corazón contento.
Chicas: Que se repita pronto!
Al resto, si se deciden a ir, les recomiendo reservar con anticipación.
Roux - Cocina de Autor
Peña 2300 – CABA
Tel: 4805-6794
Lunes a sábado: 12:30 a 15:30 y de 20:00 a 00:00 hs
Domingos: cerrado
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