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Fuente: Bajollave |
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Fuente: Bajollave |
Cuando tiempo atrás leí el nombre de este restaurante a
puertas cerradas muchas cosas vinieron a mi mente (supongo que a la tuya
también!) y obviamente y como no podía ser de otra forma la intriga me empezó a
rondar.
Enseguida pensé en un secreto bien guardado. De esos a los
que pocos tienen acceso. Y la imagen del logo no hizo sino aumentar más mis
deseos de conocerlo.
Justo en ese momento llegó la invitación para Alma Calma, que
por algunos motivos se fue posponiendo hasta que finalmente "alcoyana-alcoyana" se concretó!
Salimos de casa, tórrido día de verano con sensación térmica
de 36ºC, y enseguida estiramos la mano para parar un taxi, con aire por
supuesto!
Llegamos al número indicado. Edificio señorial de esos de
Avenida de Mayo, que vió pasar caminando por sus veredas a más de un prócer
argentino, sin contar la infinidad de marchas y contramarchas, desfiles y actos
públicos del que fue partícipe.
Es más me animo a decirte que, si vivís en Buenos Aires, tal vez alguna vez vos
mismo pasaste por su vereda. Tal vez hasta vivís en el mismo edificio, en el de
enfrente o justo en la esquina o a unas pocas cuadras.
Como les decía. Llegamos al número indicado sobre Avenida de
Mayo.
Un edificio de esos robustos, de años, con una puerta de madera macisa en
la que uno se imaginaba que seguramente, años atrás, la llave para abrir esta señora puerta, debe haber sido como
la que hoy acompaña en el diseño al nombre de este lugar.
¿Intrigados? Nosotros también!
Tocamos timbre.
Nos anunciamos y a los pocos minutos la puerta de calle se abrió.
Besos, abrazos. Viejos amigos.
Mientras el ascensor, de esos antiguos de hierro, nos transportaba hasta el 4º piso.
Llegamos. Y entonces lo que se guardaba Bajollave empezó a abrirse ante cada paso.
Habitaciones de un edificio antiguo donde fueron desapareciendo las paredes y
generando un espacio amplio pero intimo a la vez, en el que a los años de la
construcción se entrelazan a la perfección los toques modernos de la
ambientación.
Los detalles se suceden. Algunos comprados. Otros, como nos
contaron, recuperados del departamento de una tía abuela que decidió volver a
la Argentina para venderlo en el momento justo en que Bajollave estaba
gestándose. Entre medio fotos de familia que transportan. Música de fondo.
Pensado idealmente para grupos o eventos privados, abre sus
puertas también siempre con reserva previa, a cualquier hijo de vecino que
quiera probar esta nueva propuesta gastronómica en medio de la city porteña.
Fuimos de los primeros en llegar y la puerta se abrió más de una vez para recibir al resto de los comensales que habían decidido esa noche ser parte de la experiencia "Bajollave". Cada cual en algún lugar de los livings que invitan a sentarse y desparramarse se dispuso a empezar a disfrutar de
la velada.
Mientras un rico trago y unos canapés tibios empezaron a circular
ayudando a distendernos en esto de comer a puertas cerradas.
Finalmente todas las reservas estaban en el lugar y entonces como quien dice "cartón
lleno-bingo" pasamos cada cual mesa por mesa a su silla.
La propuesta de Bajollave es un menú de 4 pasos, agua mineral, vino (2 copas) y café incluido. En esta ocasión el menú, sin prisa pero sin pausa, llegó de la siguiente forma:
Al final, un rico café para cerrar la cena que en nuestro
caso se extendió un poco más allá sobremesa, charla y
tragos mediante con quienes dan alma a Bajollave.
Mientras buscaba motivos o excusas para volver no quedó más que volver... pero a casa.
Espero que vos también busques excusas o motivos para conocer Bajollave.
Bajollave
reservas@bajollaveresto.com
156 168 0849
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